martes, 22 de enero de 2013

Armonía


El término armonía (arcaicamente, y también aceptado harmonía) tiene muchos significados, musicales y extramusicales, relacionados de alguna manera entre sí. En general, armonía es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota belleza. En música, la armonía es la disciplina que estudia la percepción del sonido en forma «vertical» o «simultánea» en forma de acordes y la relación que se establece con los de su entorno próximo.


En la música occidental, la armonía es la sub-disciplina que estudia el encadenamiento de diversas notas superpuestas; es decir: la organización de los acordes.






El estudio de la armonía se refiere generalmente al estudio de las progresiones armónicas y de los principios estructurales que las gobiernan.

Las definiciones habituales de la armonía suelen describirla como la «ciencia que enseña a constituir los acordes y que sugiere la manera de combinarlos en la manera más equilibrada, consiguiendo así sensaciones de relajación, sosiego (armonía consopalanante), y de tensa e hiriente (armonía disonante o dispuesta)».

Esta definición se basa en la idea de que ciertas combinaciones de sonidos (intervalos o acordes) producen al oyente una sensación de tensión (combinaciones que se llaman «disonantes») y otras producen una sensación de reposo o calma (combinaciones «consonantes»).

Esta diferencia entre sonidos «consonantes» y «disonantes» tiene una base acústica: cada sonido incluye dentro de sí a varios sonidos que suenan con menor volumen (llamados «armónicos»); cuando la combinación de sonidos ejecutados incluye a varias notas con sonidos «armónicos» en común, tales combinaciones serán percibidas como «consonantes».




Ahora bien, en la percepción humana no sólo intervienen factores físicos, sino también (y sobre todo) factores culturales. Lo que un hombre del siglo XV percibía como consonante, puede llamar la atención a uno del siglo XXI, y una combinación de sonidos que sugiere una sensación de «reposo» a un japonés puede no sugerírselo a un mexicano.

Si el estudio occidental de la armonía ha querido presentarla como una «ciencia», pues, es sólo un intento de legitimar como válida universalmente a una práctica musical concreta.

Melodía, contrapunto y armonía están totalmente interrelacionadas. Tradicionalmente, la armonía funciona como acompañamiento, armazón y base de una o más melodías. La melodía (dimensión horizontal de la música) es una sucesión (en el tiempo) de sonidos pertenecientes a acordes, que son enriquecidos con otros sonidos que adornan y suavizan, y que producen efectos expresivos, complementando a los anteriores gracias a las sutiles relaciones que entablan con los acordes en que se basa esa melodía (integrándose perfectamente con la armonía).







Armonía tonal o funcional: 


Aunque resulta incómodo intentar una definición de tonalidad, podemos decir que es un sistema de organizar las alturas de los sonidos, que imperó durante unos tres siglos como sistema único, siendo usado por barrocos, clásicos y románticos.

Pero esto no nos dice lo que es la tonalidad. Lo que caracteriza fundamentalmente la tonalidad es que en este sistema las alturas de los sonidos están sometidas a una jerarquía en las que hay un sonido principal del que dependen todos los demás que, a su vez, no tienen especial significación salvo por su relación con el principal.

Pero hay algo importante además, y es que el sonido principal puede ser en principio cualquiera. Esto es, una altura dada puede corresponder a un sonido principal en una obra y esa misma altura ser un sonido subordinado a otro principal en otra obra. Es decir, el sonido principal no es tanto un sonido sino una función que recae sobre un sonido.

Por ello el nombre de armonía funcional (de la función que cumple cada sonido) es más idóneo que el de armonía tonal («armonía de los sonidos»).






Tensión y reposo: 


Desde hace varios siglos se descubrió que algunas combinaciones de acordes producen una sensación de tensión mientras que otros producen reposo. Algunos acordes, en un determinado contexto, tienen un sentido conclusivo y otros un sentido transitorio (aunque en realidad esto es relativo y depende de su relación con el conjunto de la composición ). En la música académica europea, desde el final del siglo XVII hasta comienzos del siglo XX, hasta el oído menos cultivado puede distinguir cuándo está próximo o distante el final de una frase musical.

La armonía tradicional de parte del estilo pre-barroco, barroco, clásico y romántico se conoce como armonía tonal, ya que está basada en el sistema tonal, teniendo una fuerte función estructural, siendo determinante en la forma musical de una determinada composición.






A partir del romanticismo musical (siglo XIX), empieza a utilizarse con más fuerza el valor colorista de la armonía, debilitando paulatinamente la función estructural de la armonía tonal e introduciendo cada vez más modalismos (proceso que culmina con la aparición de compositores impresionistas, nacionalistas y contemporáneos neo-clásicos que utilizarán una armonía más libre y modal).Una melodía modal esta siempre asociada a un modo, y un modo es una escala en donde las distancias que hay entre sus sonidos, de manera consecutiva, coinciden o no con la escala tonal (todas las escalas son modales, pero solo hay una escala tonal). 

Al igual que los ruidos, los acordes de la armonía  no son más que vibraciones mecánicas y ondas más o menos complejas que se propagan en un medio elástico, generalmente el aire, en el ámbito de frecuencias de la audición humana. Los sonidos tienen frecuencias exactas (altura) y en las composiciones musicales están anotados con especificaciones precisas como duración, intensidad y otras cualidades. 

La música popular más difundida en la actualidad tiene, en su mayoría, una construcción tonal. Esta puede variar en complejidad, y en muchos casos presenta tintes modales. 





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