viernes, 3 de mayo de 2013

Los trovadores en la Edad Media




Uno de los primeros tipos conocidos de canción en lengua vernácula fue la “canción de gesta”, un poema épico narrativo que relata las hazañas de los héroes nacionales, cantado con fórmulas melódicas sencillas. Los poemas se transmitían de forma oral y no se registraron por escrito hasta una fecha relativamente tardía. Apenas nada se ha conservado de su música. La más famosa de las canciones de gesta es la Chanson de Roland, la epopeya nacional de Francia, que data de finales del siglo XI, aunque los hechos que relata pertenecen a la época de Carlomagno.

Quienes cantaban las canciones de gesta y otras canciones profanas en la Edad Media eran los juglares o ministriles, una clase de músicos profesionales que apareció por primera vez hacia el siglo X: hombres y mujeres que erraban solos o en pequeños grupos, de aldea en aldea, de castillo en castillo, ganándose un precario sustento con el canto, la ejecución instrumental, la prestidigitación y la exhibición de animales amaestrados. Los ministriles no eran exactamente poetas ni compositores. Cantaban, tocaban y bailaban al son de canciones compuestas por otros o tomadas del acervo común de la música popular.




Los trovadores y troveros florecieron en círculos generalmente aristocráticos. Entre sus filas se cuentan Guillermo IX, duque de Aquitania, Ricardo Corazón de León y Alfonso X el Sabio; pero podía darse el caso de que un artista de origen humilde fuese acogido entre los miembros de las clases altas en función de su talento, como fue el caso del célebre Marcabrú.

Los trovadores son poetas-compositores que actúan en la zona de la Francia meridional, en la región de Provenza, escribían en la lengua de Oc y tenían influencias de la vecina cultura hispano-musulmana. En el norte, especialmente en las provincias de Champagne y Artois, desarrollan su actividad los troveros, que escribían en la langue d’Oil.

Las canciones de trovadores y troveros se han conservado en colecciones de cancioneros. Su sustancia poética y musical a menudo no es profunda, pero las estructuras formales son variadas: baladas sencillas, baladas en forma de diálogo, pequeñas escenas para ser escenificadas y danzadas, estribillos para coro, etc… En cuanto a su contenido literario, el tema principal de la canción trovadoresca, sobre todo en el sur, es el del amor cortés. Hay también canciones sobre temas políticos y morales, denominadas sirventés. Las canciones religiosas aparecieron por primera vez en el siglo XIII.




Un género muy apreciado era el de la pastorela, perteneciente a la categoría de baladas dramáticas, y cuyo argumento trata el tema del amor común entre un caballero y una campesina, con la eventual intervención de otros personajes. El resultado podía ser una pequeña representación musical con canciones y danzas incidentales. Una de éstas es el famoso Jeu de Robin et Marion, escrito por Adam de la Halle, trovador de Roberto II de Arrás.

Una de las canciones amorosas que mejor se han conservado es Can vei la lauzeta mover, del trovador Bernart de Ventadorn, del siglo XII.
La influencia de trovadores y troveros se extendió hacia el norte, hasta Alemania, donde surgieron los minnesinger, que cantaban un amor todavía más idealizado, al que a veces daban un tinte claramente religioso.



Entre las canciones de devoción, tanto francesas como alemanas, destacan las inspiradas por las cruzadas; una de las alemanas más hermosas es La Canción del Cruzado, de Walther von der Vogelweide.

 A los condados catalanes y al reino de Castilla acudieron respectivamente Guillermo IX y Marcabrú para tomar parte en las luchas contra los musulmanes, a las que el Papa había dado categoría de cruzadas.
La influencia provenzal se mezcla con la del romance castellano, la árabe y la judía en las Cantigas de Nuestra Señora, que la tradición atribuye a Alfonso X el Sabio. Junto a las Cantigas de Amigo, de Martín Codax, constituyen la más importante aportación peninsular a la historia de la música trovadoresca.





Características formales de la música de los trovadores


- Las melodías de trovadores y troveros eran generalmente silábicas, con ocasionales y breves figuras melismáticas, especialmente sobre la penúltima sílaba de un verso.

- La extensión vocal es reducida, frecuentemente no más de una sexta, y casi nunca excedía la octava.

- El estribillo era un importante elemento estructural, tal vez proveniente de las canciones de danza.

- Se usaban ritmos marcados, con predominio de los ritmos ternarios.

- Aunque sólo se escribía la parte vocal, en la interpretación se añadían instrumentos melódicos que doblaban la parte del canto, e instrumentos de percusión para el ritmo.




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